Categoría: Clopónimos
Suplantaciones
Lenguas
Dice la leyenda que en el principio había una única raza que tenía una sola lengua. Luego las lenguas fueron confundidas y los seres humanos dejaron de entenderse. El mito marca el origen de ello en la ambición del ser humano y estos signos aún se repiten en la actualidad.
Siempre he creído que la poesía es esa lengua común que va más allá de las diferencias de idioma, de las diferencias formales y aún más allá de las diferencias significantes. La palabra, el ladrillo común, se transforma en otra cosa, para crear un nuevo lenguaje que pueda reflejar lo que todos llevamos dentro: un ser humano doliente, anhelante, amante. Y es, a veces, simplemente sonido, imagen, movimiento, música, todo ello como parte de un conjunto de significado común, que puede ser entendido y compartido por todos.
En los talleres que imparto se pone de manifiesto muchas veces este hecho del pensamiento participativo del que hablaba el físico David Bhom. Los poetas se contagian y comparten influencias los unos con los otros y, si se escucha atentamente, se ve con claridad cómo las palabras forman parte de un mismo fluir del pensamiento, que se expresa, en cada contexto particular, con un color diferente.
A continuación os dejo un ejemplo de varios textos con el mismo título escritos en un ejercicio de 5 minutos, donde los poetas muestran que más allá de su mirada personal, el proceso del ser humano es el mismo y todos somos, en esencia, la misma humanidad.
Giusseppe Domínguez
Ruidos de un sueño ausente

No sabíamos lo que era yo y lo que eras tú
Karin Boye
Sin soñar que podía soñar
entré en el juego del amor,
yo creía.
Obstinado, con los ojos abiertos,
me fumaba un cigarrillo de pétalos dorados.
Con cara de yo no fui
me fui abandonando al sueño,
que no era sueño
pero me dormía entre sus brazos
como una segunda piel.
Juan Carlos Orella
Ruidos de un sueño ausente

No sabíamos lo que era yo y lo que eras tú
Karin Boye
La serpiente en las ramas del aguacero
canta en clave de jazz.
La envergadura de mis alas te envuelve
para espantar el frío invierno de nuestros cuerpos.
No creas que por eso voy a ser tu princesa,
(sería, en todo caso, una princesa peleona).
Es solo que el sueño se ha ido por la puerta del refrigerador
y ahora mismo no sé bien lo que somos.
Vera Moreno
Ruidos de un sueño ausente

No sabíamos lo que era yo y lo que eras tú
Karin Boye
No tengo nada de sueño.
Miro tu cuerpo desnudo sobre la cama
y me parece lo más hermoso del mundo.
Me siento iluminado
y excitado,
y sé que pronto comenzaré a acariciarte.
Y tú te despertarás,
y sonreirás,
y haremos el amor.
Sé que será muy pronto,
en cuanto termine de escribir
este poema.
Juan Carlos Ortega