Estoy en todas partes,
soy la voz que te arrulla
cuando vas a bañarte,
soy el agua que canta…
y la muda toalla con que habrás de
secarte.
Estoy en cualquier sitio
y en todos mis lugares
te contemplo y te escucho
como el dios de los mares.
Siento lo que no sientes
y lo digo al oído
de todas tus verdades
como un pájaro-duende.
Me doblo con tus sábanas,
me escondo en tus chancletas
y descubro el misterio
de la piel que te encierra.
Cuando ríes desnuda
yo me río contigo,
cuando dueles me duelo
y soy como tus lágrimas
bajo un gran aguacero.
Yo te miro el silencio,
si estás sola estoy solo,
si lo adviertes,
te beso.
Yo soy puerta del cuarto
y del otro aposento
y me duermo contigo
y no transijo el sueño.
Yo sé que Dios existe
y sé que Dios es bueno
y estas dos grandes cosas
las escribo en tu pecho.
¡Yo soy el invisible
que nunca estará lejos!
Y aunque los años pasen
y aunque extrañes mi cuerpo,
sabrás que estoy contigo
en silente contento,
que existo porque existes
en un rincón del tiempo.
E.
(de Memorias del otro lado del mar)