Yo jugaba en la orilla de un río.
Mi cara se reflejaba en el agua
y yo me preguntaba
por qué el agua no se llevaba mi cara.
Una chica me había dicho adiós.
Yo pensaba entonces
que tal vez su cara se reflejaba
en otro río como este,
en otras aguas como estas,
junto a alguien como yo,
que tal vez se hacía otras preguntas.
Y miraba aquella agua que hacía ondas
mientras un pájaro invisible volaba sobre ellas
y una música invisible
saltaba
de orilla a orilla
salpicando mi cara sobre las piedras.
Tenía sólo 15 años
y me preguntaba
por qué el agua
no arrastraba mi cara
hasta el fondo
de la mar azul.
E.
(de Memorias del otro lado del mar)