Me he pasado
9 minutos esperando nada,
sin hacer nada,
sin pensar en nada.
Ha sido la hostia…
Podrían haber sido 19 minutos,
o 29 minutos.
No hay tiempo en la espera,
no hay eso que llamamos:
tiempo de espera.
Me ha sacado de ese lugar sin tiempo
una campanita
y ha aparecido Giusseppe diciendo que esto se ha terminado,
que nos podemos ir a casa
y que él también ha estado esperando.
E.