Ante la casa vacía:
nada.
Ante el árbol recién florecido:
nada.
Ante la luz que se oculta en la honda noche:
nada.
Ante la luz que brota
como una fiesta de la noche:
nada.
Ante la civilización:
nada.
Ante un hombre cualquiera,
que se ha sentado en silencio frente al mar
y contempla la línea sin fin del horizonte:
nada.
E.
(de Las enseñanzas de Manolo)